Reverberaciones de fiera piel y carne amarga
Mariel Turrent
El furtivo, artero, abyecto
frotamiento de un lugar inflamado de la imaginación, es el punto sensible de la
pornografía.
D.H.
Lawrence
“Nací
en la época en que la pornografía era un bien público, un placer
consuetudinario al que todos los hombres tienen un derecho inalienable” y: “El
amor existe. Sí, el amor de los cuentos de hadas, el amor de la Bella Durmiente
por el príncipe, el del príncipe por Blanca Nieves, el de Cenicienta por el
príncipe”; así inician las Dos novelitas
poco edificantes de Eloy Urroz y Jorge Volpi, respectivamente, para después,
con maestría, atraparnos con tensión en ese laberinto que promete llegar a la
narración de las voluptuosidades de un triángulo amoroso por un lado y del
triunfo del amor verdadero por el otro.
Aunque la pornografía parece ser el tema de la novela de Urroz en
contraposición con el amor verdadero del que habla Volpi, me parece que ambas
tienen un erotismo sutil que se ve reflejado en el deseo y la imaginación de
sus lectores. Las dos son narraciones humorísticas, satirizan la manera en la
que nuestras carencias e imaginación exaltan el acto amoroso y se burlan de los
mecanismos que hoy en día se usan para encontrarlo.
Con un narrador en primera persona el protagonista de Urroz intenta
convencer a sus amigos (a la manera de Gide en “El moralista”) de cómo los
celos y la pasión que siente por Úrsula, lograron suplantar su añeja adicción a
la pornografía y lo llevaron a cometer una serie de acciones de las que jamás
se imaginó capaz. En el espejo, Volpi hace lo mismo, un narrador personaje trata
de inducir, con un discurso de tinte publicitario, a clientes potenciales de
contratar sus servicios para hallar el amor verdadero, contándoles una serie de
anécdotas que han vivido los miembros activos de su agencia. Ambos narradores
hacen constantemente alusión a los grandes autores de la literatura romántica y
erótica, y es precisamente esta mención la que nos va develando el mecanismo
creador de una obra; nos permite ver cuáles han sido los detonadores de las
ideas de estos escritores mientras se mofan, no solo del proceso literario,
sino de la etología romántica.
Las coincidencias son múltiples, mujeres que buscan salvar su
virginidad con prácticas poco ortodoxas, hombres celosos que cruzan límites, triángulos
amorosos, y la exaltación del ser amado entre otras.
Amigos desde la adolescencia Jorge Volpi y Eloy Urroz, asistieron
a la misma preparatoria donde estudiaban José Emilio Pacheco, Salvador
Elizondo, Juan García Ponce y Carlos Fuentes. Se hicieron amigos gracias a un
concurso de cuento y años más tarde formaron la “generación del crack”, (un
movimiento literario inspirado en la fascinación de Urroz por los Beatles que
buscó romper con el llamado “post-boom” latinoamericano) donde promovían una
manera civilizada de competir, además de denunciar "la novela light" que imitaba al realismo mágico.
Sobre el nacimiento de este libro, cuenta Urroz que envió desde Virginia (donde actualmente es profesor
universitario) a Volpi, un texto, titulado Herir tu fiera carne, en el
que intentaba subvertir las reglas de las novelas rosas. Esto provocó en Volpi
la idea de hacer un libro espejo escribiendo Sanar tu piel amarga, que
continúa el estilo, a la vez que se ríe, de la novela de Eloy, en línea
con la desmitificación que hizo Sergio Pitol en La vida conyugal.
La tensión y la fantasía es sin duda el mejor atizador; la
obsesión, la desesperación y los celos que se viven en ambas novelas son el
fuego que enciende estas pasiones de desenlaces inesperados. Si bien el
desenlace en la novela de Urroz me pareció una puerta de emergencia: una salida
un tanto forzada y falta de indicios; el de Volpi lo entendí como una
incidencia ineludible.
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